
Durante cualquier noche de verano, con un cielo despejado de nubes, en algún lugar alejado de las intensas luces de pueblos y ciudades, podemos ver una banda de luz de estrellas que parece esfumarse pero que se arquea sobre nuestras cabezas.
Hace muchos siglos, los observadores del cielo nocturno pusieron a esta banda de luz el nombre de Vía Láctea.
Irónicamente, hasta el siglo XX el hombre no se dio cuenta de que la Vía Láctea es nuestro hogar en el Universo. Es el resultado de la luz combinada de millones de estrellas lejanas que forman el disco de nuestra Galaxia.
El Sistema Solar es parte de la galaxia Vía Láctea, y por esa razón vemos la banda de luz alrededor de nosotros.
La mitología griega explicaba la formación de la Vía Láctea como la leche de Hera derramada en el cielo cuando amamantaba a Hércules.
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